Es un hombre menudo, sencillo, mayor, de alegre mirada, que pasaría desapercibido a tu lado si no fuera porque al pasar junto a él te percatas inmediatamente de su defecto facial. Un terrible cáncer de boca se ha llevado las tres cuartas partes de su mandíbula, ocasionándole una deformación que no pasa inadvertida. Además de la dificultad que le ocasiona para hablar, pues sin mandíbula es imposible articular y pronunciar correctamente, lo que le obliga a interponer un pañuelo o un dedo a modo de labio inferior y, de este modo, hacerse entender medianamente, siempre que su interlocutor ponga algo de esfuerzo por su parte. Además, como digo, la radiación a la que ha sido sometido se ha llevado por delante la casi totalidad de sus dientes, las glándulas salivares y la mayoría de sus papilas gustativas, privándole de uno de los pocos placeres que le quedaban en la vida, el de saborear un buen plato o disfrutar de una copa de vino. Como consecuencia rehúye cualquier contacto social, se priva de frecuentar bares y restaurantes así como de eventos que conlleven la presencia de público, como cines, teatros o conciertos de música. Esto, que a cualquiera de nosotros nos produciría una enorme amargura así como una profunda depresión, junto al deseo de acabar cuanto antes con nuestra miserable vida, supone para este singular personaje un mal que acepta resignado, gracias a que su vida interior es extraordinariamente rica, hasta el punto de engrandecer e iluminar a todos los que disfrutamos de su presencia y gozamos de su amistad. Un hombre cuya sabiduría, cultura, inteligencia y educación sobrepasa con mucho lo habitual en su entorno. Sus conocimientos de literatura y el universo literario dejan pequeño a cualquier maestro en la materia. Su biblioteca, abundante y bien seleccionada, sería la envidia de cualquier pueblo, incluso la de muchas ciudades. Erudito también en música clásica, como excelente melómano que es, disfruta de estos dos placeres que espera no le sean jamás arrebatados. “Bastante se han cebado ya los dioses conmigo” comenta bromeando. He tenido el privilegio de tratar a esta gran persona en mi doble faceta de dentista y escritor. Con gran paciencia y benevolencia ha leído mis novelas y las ha desmenuzado para mostrarme su pormenorizado análisis, acompañado de consejos, comparaciones y críticas de estilo. Su descripción y comentarios sobre los personajes de mi última novela “Frontera de los besos” así como su argumento y trama, para los que no ha escatimado elogios, han despejado mis dudas y me han reafirmado en que el esfuerzo de dos años ha merecido la pena. Sabes que tienes amigos de verdad cuando lo compruebas con estas muestras de generosidad, aunque ya se sabe que es difícil ser profeta en tu tierra, que el tiempo es oro y que no conviene desperdiciarlo con dudosas obras de escritores aficionados. Gracias Luis.

LUIS