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Cebolla. Un siglo de historia.
La globalización es un fenómeno irreversible que ha llegado hasta los rincones más ocultos de nuestro planeta. Un proceso que día a día vemos crecer como una gran tela de araña que va interconectando al individuo para enredarle, enchufarle, integrarle en el grupo y desposeerle de sus rasgos diferenciales. Primero fue la radio, luego el teléfono, la televisión, para culminar en el ordenador, internet y los teléfonos móviles. Twitter, Facebook y demás inventos, han venido a finalizar este proceso de interconexión que convierte a cualquier persona, recluida en la soledad de su habitación o perdida en la cima del Himalaya, en un ser plenamente enlazado con todo el planeta. Los usos y costumbres de las civilizaciones más avanzadas, de los pueblos más exitosos y desarrollados, son importados y automáticamente asimilados o simplemente implantados en el sujeto receptor de esta ingente cantidad de información, que llega en tropel y que, en muchas ocasiones, se siente incapaz de poder digerir.
Esta enorme red o, mejor dicho, esta eficaz tela de araña es la que nos atrapa diariamente para después engullirnos sin piedad. Siempre son las grandes arañas las que devoran a las simples e incautas moscas, incapaces de ver la estratégica y bien situada tela.
La pérdida de personalidad es una de las consecuencias negativas de la red, aunque no podemos negar que existen muchas otras positivas. Este es un camino irreversible que abre una nueva era en este siglo y que deberá poner a prueba la capacidad de adaptación del individuo para extraer el máximo provecho y beneficio de éstas nuevas tecnologías.
Pero entre esas consecuencias negativas puede estar la pérdida de identidad de los pueblos, al perderla también sus habitantes. Asistimos pues a este proceso que, indudablemente, es más evidente en las pequeñas poblaciones que, hasta el último tercio del siglo XX, mantenían una personalidad propia, que las diferenciaba claramente de las de su entorno. Tradiciones, costumbres gastronómicas, vocabulario, oficios, vestuario y hábitos, eran rasgos característicos y únicos de cada pueblo.
Este es el principal motivo que me impulsó a escudriñar las características específicas del toledano pueblo de Cebolla, peculiar hasta en su nombre y que, en su mayoría, han desaparecido.
Tras varios años de investigación y acopio de documentos, de requerir los testimonios de sus protagonistas y de reunir un rico material gráfico, vemos por fin la obra terminada para que las generaciones actuales y futuras no olviden la identidad, la cultura y las costumbres de este pueblo, transformado y globalizado, como tantos otros, desde finales del siglo pasado.
La presentación del libro “Cebolla. Un siglo de historia” tendrá lugar el día 18 de junio a las 20,00h en la Casa de la Cultura de Cebolla.
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