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2020 SALIR Y ENTRAR
Es la hora del adiós, del recuerdo y la añoranza, de hacer balance, pasar revista, volver atrás la mirada y despedir a un 2019 caprichoso y pendenciero, como son todos los años, repartiendo penas y alegrías, funerales y casorios, viajes nuevos o rancios, fríos, nieblas, lluvias, vientos de nubes pardas o soles de piel dorada. Negro el día que te fuiste, amigo, sin apenas decir nada, con un puñado de años prendidos en mi solapa. Pierdo con cada año un cachito de mi alma. También sonaron las copas, los bailes y la jarana, cuando dos corazones se funden bajo un velo de promesas y un mañana de alianzas. Lo demás son días que pasan, sin huella ni cicatriz, con la rutina a la grupa y la costumbre a la espalda. Nos desbordaron las aguas, nos abrasaron los fuegos y el planeta se nos muere un poco más cada invierno. De política ni hablamos el año en que más votamos y el que menos decidimos. Una raza de truhanes, un puñado de tahúres, una casta de fulleros, políticos de opereta, dirigen nuestros destinos. Buitres de vuelo bajo entrando en el parlamento, mientras que los catalanes queman basuras y trapos, cortan vías y caminos, nos hacen tragar sus sapos. Adiós a un año nefasto y hola al veinte-veinte, que asoma ya por lo alto, blanca hoja que ya espera a que escribas tu relato. Nace henchido de anhelos, con blancas manos abiertas, una virginidad estrenada que te espera y te desea. Feliz 2020
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